Cuando regresó a Barcelona presentó una primera gramática nol y fue entonces cuando mantuvo un encuentro con un amigo, un empresario emprendedor: Jordi Palanca. La lealtad que ambos se profesaban y confiados de tener en sus manos algo valioso desde ese instante se pusieron en marcha para dar a conocer al mundo esa nueva “invención” del Ideal Nol. Así el 9 de Enero de 2007 constituyeron una sociedad para la difusión de la lengua nol a la que llamaron e-nstitut ideal nol.
En octubre de 2007 Jorgelina Torres del periódico español Qué! casualmente descubre la web del ideal nol en la red y da la noticia a toda página en la contraportada de la creación de este nuevo lenguaje. Meses más tarde y ya en 2008 lo hace Karina Avilés en el periódico de México La Jornada. Su artículo fue reproducido en publicaciones de todo el mundo. Posteriormente lo hace Gerry Hadden también en 2008 con su reportaje Universal Text Language para The Pri’s The World de la BBC News. El fenómeno Nol estaba en ciernes.
Y es que cuando Enric Cabrejas creó el nol en Agosto de 2006 muchos jóvenes usaban de modo generalizado mensajes abreviados de móvil, especialmente a través de los sms y también en los chats de Internet, sólo que por aquel entonces eran textos espontáneos, lenguajes improvisados e “ideofonemáticos” que bien pudiéndose interpretar a la vez eran ilegibles y aun menos pronunciables. Con la llegada del nol eso cambió. Ahora no sólo podían leerse sino además podían pronunciarse perfectamente mediante el nuevo Alfabeto. Sistematizó mediante el nol algo que anteriormente y de modo caótico era una tendencia en el lenguaje escrito de muchos jóvenes. En realidad, interpretó como una evolución del lenguaje y una oportunidad histórica lo que los jóvenes con su actitud modal le mostraban al mundo: Que los lenguajes contemporáneos se evidenciaban obsoletos en alguna de sus funciones. Lentos y poco eficaces en el uso de las nuevas tecnologías. En la mayoría de los casos es obvio que esa reflexión siquiera estaba implícita, pero sino era un modo sencillamente de pretender economizar dinero, sin embargo sólo relativamente porque todos esos mensajes cortos de texto no estaban optimizados ni en tiempo ni espacio. Pues entonces – ¿de que servía ahorrar una o dos letras en un nombre o en un adjetivo para luego escribir el artículo o verbo si no eran necesarios? – se preguntaba Enric. Eso sólo propiciaba que especialmente los puristas de la lengua, padres o docentes tuvieran un motivo más de preocupación: Un desafío al lenguaje sin precedentes protagonizado por una generación que se reafirmaba usando de seña de identidad una descastada gramática que deterioraba ortografías y corrompía idiomas contemporáneos.